En este itinerario veremos cómo La exposición Monet /Boudin del Museo Thyssen presenta una muy buena oportunidad para entender la evolución de la pintura durante el siglo XIX a través de uno de sus géneros estrella: la pintura de paisaje.
¿Qué pasó antes de que Boudin y Monet plantaran sus caballetes portátiles en la naturaleza?
Si bien hasta finales del siglo XVIII este género había sido considerado como menor o incluso carente de interés artístico, fueron varios pintores los que lograron dotarlo de interés e inspirar así la progresiva transformación de la pintura durante el siglo XIX.
El contacto con la naturaleza: las tres Ces
Podemos trazar una línea temporal como la que se muestra en la imagen de cabecera de este post que pasa por tres pintores cuyo apellido comienza por C.
John Constable
Constable nace en el último cuarto del siglo XVIII en Reino Unido y se enfrenta al paisaje de una forma que rompe con la tradición. Se arriesgó haciendo algo que no se contemplaba como interesante hasta ese momento: fijarse más en la naturaleza e intentar acercarse a una idea de realidad. Hasta entonces la pintura de paisaje tenía sentido si se utilizaba la idea de paisaje como un medio para un fin mayor. Podría quizás ser el escenario en el que se desarrolla un pasaje mitológico, una composición que recogía ruinas de construcciones del pasado para transmitir nostalgia o curiosidad, pero una vista de la naturaleza por sí misma, sin adornos, no interesaba.

Precisamente Constable comenzó a tomar apuntes del natural para lograr referencias que luego utilizaría en su estudio para crear las versiones definitivas. Quería desquitarse de los artificios y de las ideas preconcebidas, por lo que comenzó a buscar la verdad, es decir, a fijarse en lo que sus ojos registraban.
Camille Corot
En 1824 una exposición de Constable tuvo lugar en París. Entre los jóvenes pintores a los que causó sensación, estaba Camille Corot, que continuó con la práctica de pintar la naturaleza estando inmerso en ella. Junto a la Escuela de Barbizon, el bosque de Fontainebleau le sirvió para aprender a entender la pintura de una forma completamente moderna.

Gustave Courbet
En 1855 Courbet monta una exposición a la que denominó “El Realismo” y supuso una ruptura definitiva con los últimos cabos que unían a la naturaleza con las ideas de belleza o inmensidad. Como ya hiciera Constable años antes, Courbet situaba el foco de interés en lo verdadero.

La ciencia entra en juego
Además de este proceso intelectual, el siglo XIX está marcado por los avances científicos y la industrialización. Esto trajo dos pilares que condicionan definitivamente el rumbo de la pintura:
- El desarrollo de las teorías del color, que permitió a los artistas comprender cómo actuaba la luz sobre la superficie de los objetos
- El desarrollo de las pinturas industriales, que permitió llevar los óleos en tubo y con una nueva variedad de colores fabricados mediante compuestos sintéticos que resultaba antes impensable.

Esta verdadera revolución permitió algo que hoy en día nos parece lo más natural del mundo: pintar “cómodamente” del natural (gracias al nuevo carácter portátil de la pintura) y comenzar a analizar la realidad desde el prisma de la impresión.
Los artistas, comienzan a interesarse por recrear los efectos “verdaderos” de la luz sobre el paisaje para intentar transmitir una imagen que sea fácilmente identificable con la realidad.
Esta senda de la pintura como investigación de la realidad tiene su punto de inflexión en el movimiento impresionista.
Un siglo después del nacimiento de John Constable
Casi 100 años después del nacimiento de Constable (en 1874) se inaugura la Primera exposición Impresionista, formada por artistas que se habían alejado de los cánones que marcaba la Academia y habían optado por adentrarse de lleno en esta vanguardia de la investigación pictórica.

Si quieres leer un poco sobre Boudin y Monet, puedes hacerlo en la reseña de la exposición, pinchando aquí.
Éste es solo un camino de los muchos que pueden trazarse para hablar de la pintura en el siglo XIX. Aquí por ejemplo, no hemos hablado de Manet, a pesar de ser una figura esencial. Además, no se trata de una linea progresiva e inquebrantable, puesto que el naturalismo / realismo y el impresionismo convivieron; el segundo no absorbió al primero. Lo bueno de las historias del arte es que puedes establecer casi infinitas lineas para generar relatos.
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